MIGAS DE PASTOR-GASTRONOMÍA TRADICIONAL




Un plato tradicional de la gastronomía aragonesa, que empieza a ser relegado por la cocina moderna y del que los jóvenes tienen escasas referencias para degustarlo. Sin embargo, es un menú que con los aderezos correspondientes puede presentar un buen tono nutritivo y es muy recomendable para estos tiempos de crisis porque sus ingredientes son realmente económicos. Antiguamente, los pastores pasaban muchos días solos en el monte, y todo lo que podía conservarse con facilidad, como las migas hechas a partir de pan duro, se convertía en un alimento imprescindible. Además del pan duro, en cada lugar les podían añadir otros varios ingredientes, con lo que la composición nutritiva era distinta según las circunstancias y la economía de cada pastor.

En las migas tradicionales se usaba parte de la grasa de cordero, preferentemente sebo de la riñonada, aunque algunos innovadores prefieren sustituirla por el aceite de oliva para darles un toque más suave y sano, con lo que se pierde el grato y único sabor que liberan las grasas de los animales. En cuanto al pan, se puede usar cualquiera, incluso se pueden aprovechar los restos de casa o pedir en las panaderías pan del día anterior, pero a la hora de elegir se puede adquirir una hogaza o pan grande con mucha miga y que sea de horno de leña. Y para cortar el pan, se puede utilizar un cortafiambres o un cuchillo de sierra para darle la forma adecuada. En el caso de que el pan esté muy duro, habrá que humedecerlo, pero nunca remojarlo, antes de cortarlo.

El recipiente más cómodo y tradicional para cocinar las migas es una sartén amplia y profunda, tipo caldero o caldereta que usaban nuestros antepasados. La realidad es que cada pastor o cocinero presenta un elenco distinto de ingredientes a la hora de cocinar las migas y que incluyen longaniza, chorizo, jamón, cebolla, patata, ajos, huevos fritos e incluso uvas. Su composición en grasa requiere que se consuman calientes y es muy típico reunirse los comensales en torno a la caldereta, con su cuchara individual y reiterar los "viajes" hacia la degustación de las migas con el consabido lema de "cucharada y paso atrás". Todo ello acompañado de un recio vino tinto, rotando el porrón entre todos los comensales. Un menú contundente el de las migas, indicado para el frío invernal, en el que se mezclan las grasas, los hidratos de carbono del pan y las proteínas de los derivados de la carne.




Artículo Publicado por el Diario del Alto Aragón


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